Yo soy Julio

jomsescribe, obviamente, no es mi nombre, es mi forma de identificarme como escritor. Mi nombre es Julio Osvaldo Mosquera-Stanziola para servirle a usted, a Dios y a la patria porque mis papás me enseñaron bien.

Soy Panameño, nacido en Ciudad de Panamá y criado en un pequeño pueblo llamado Aguadulce. Soy una mezcla de Italiana con Ecuatoriano y con un montón de Panameño metido en el medio.

Tuve una de las infancias más cool que alguien haya podido tener ya que crecí en una finca rodeado de vacas, patos y gallinas y tuve el privilegio de estar rodeado de personas, familiares, amigos, vecinos, conocidos, transeúntes, etc, que me enseñaron a vivir en opulencia desde la humildad. De niño mis días eran simples, ensillaba mi caballo, iba a casa de las hermanas Yolandas - nunca supe cuál era cuál - a ayudarlas a sacar agua de su pozo, comía papaya con ellas y tumbaba mangos del palo de la finca de los Dutari.

A los diecisite años me fui a Estados Unidos a estudiar. Contra todo pronóstico, y en contra de los deseos de mi papá, me fui a estudiar Psicología. Y es que resulta que mientras todos en mi familia era economistas y financieros a mí no se me daban los números y quería hacer algo más poético y conocer profúndamente a las personas se me hizo lo más rico que podía aprender.

En menos de lo que canta un gallo, ya había terminado de mi carrera, tenía veintiún años y estaba de regreso en Panamá. Con todas las ganas de hacer cosas, pero sin la menor idea de cómo empezar, así que hice lo único que sabía hacer: seguir estudiando. Así fue como estudié una Maestría en Educación con énfasis en Capacitación y Desarrollo del Recurso Humano. No estaba seguro de para qué me iba a servir eso, pero sabía que podría empapelar toda una habitación con el diploma de lo largo que era el título.

Tuve mi primer trabajo y por primera vez me enfrentaba a lo que era tener responsabilidades, rendirle cuenta a alguien que no era mi mamá, aprender de gente que sabía tanto y trabajar con las uñas por algo que me apasionaba. Me enamoré de trabajar. Me encantaba ser parte de la vida y de la historia de otras personas, de crecer junto a ellas y contribuir a que pudieran explorar y vivir al máximo su potencial. 

Desde entonces mi profesión se convirtió en mi vida, pero al mismo tiempo mi vida pasaba e iba ganando experiencias extraordinarias con cada cosa que vivía. Y es que todo lo que hasta este día he vivido ha sido una aventura espectacular de la cual he aprendido. A veces la lección ha sido fácil, como cuando hacías manualidades en el colegio y otras tantas fue tan difícil que ensillar un hijueputa gallote se hace en quince minutos y con una mano amarrada. Pero no importa lo bonita o traumática que haya sido la lección, siempre, siempre aprendí y pude utilizar ese aprendizaje para ser más fuerte, poderoso y para que cuando me volviera a equivocar, saber que podría salir de esa también y que volvería a aprender.

La culpa de mi eterno optimismo es de mis papás que me regalaron el poder del “dale que tú puedes lo que te propongas” y de mi abuela que me inculcó el “si tu mal tiene cura ¡para qué te apuras? Y si no tiene cura ¡para qué te apuras?

En toda esa vida de aprendizajes el amor no pasó inadvertido y aunque todo parecía indicar que mi vida se centraría en el letrado mundo de la Psicología y la Gestión Humana, a mis tiernos tantos años mi lección más difícil ha sido amar y se amado. Me ha costado tanto que se ha convertido en mi obsesión a la hora de escribir. Me encanta revivir las experiencias lindas para soñar con volverlas a sentir y repasar las historias de terror para que no se me olvide nunca a donde no quiero regresar. Escribir se ha convertido en mi mejor herramienta para aprender y compartir mis historias en mi mayor satisfacción.

Aún no he encontrado el amor de “y fueron felices por siempre” pero sé que llegará. He estado toda una vida preparándome para esto. Mientras tanto sigo viviendo, sigo escribiendo, sigo aprendiendo y sigo compartiendo para que tú y todas las personas que se tropiecen conmigo y con mis libros también encuentren su camino hacia un final feliz.